Las agujas del reloj están rotas; están divididas en
ángulos indescriptibles desde hace demasiado tiempo. Y el reloj de madera que
las sostiene, quemado.
No queda ya música celestial. Y a cada vuelta, no
suenan campanas sino rayos y truenos.
Mira cómo se deshace en pedazos el reloj y cae en
forma de cenizas al suelo. Todo es tan intangible…
Pisa las cenizas, ¡písalas! Mientras caerán las
hojas de los árboles.
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