sábado, 22 de marzo de 2014

La tentación

La tentación no tenía forma de manzana ni de caja, como la de Pandora. La tentación tenía los ojos verdes, la lengua perversa e hipnotizante, y las palabras, cargadas de bellos sueños y fantasías, listas para convertirse en picas de lanza.

La tentación era dulce y encantadora cuando hablaba. Era hiriente e insensible cuando sus actos rozaban la piel. La tentación tenía los ojos verdes.

La tentación acercaba su mano amiga (decía) y, al coger otra mano, se dirigía directa al pozo donde las ilusiones se ahogan. La tentación tenía los ojos verdes.

La tentación tenía los ojos verdes y, en ellos, las puertas del infierno.

lunes, 17 de marzo de 2014

La melodía

Quiero oírlo otra vez, aquel bello sonido. Quiero ver las cuerdas del arpa moviéndose entre los dedos del músico, acariciadas por el tacto de quien logra rescatar del silencio las más hermosas notas.

Y tiemblo como cada una de esas cuerdas porque siento que la melodía me hará descender de nuevo al infierno, pagando voluntariamente a Caronte para que me lleve hasta las profundidades más oscuras.


Y mientras, en otras profundidades –las mías propias–, una voz susurra, susurra, susurra… Una voz que me dice que en verdad yo siempre quise quemarme en el fuego del infierno.

miércoles, 12 de marzo de 2014

El jardín

¿Cómo amar a la rosa sin tener que lidiar con las espinas?

Grande la tentación, dulce la cercanía, doloroso el tacto. Regusto amargo del que besa a la belleza y se corta los labios.
¿Cómo adentrarse en el jardín sabiendo ya que no es posible salir sin heridas? ¿Cómo amar a la rosa sin recibir la caricia de los espinos?


En el jardín del olvido los recuerdos callan y la razón duerme.

lunes, 10 de marzo de 2014

La tela de la plenitud

Sostenía una tela, la tela que contenía todos los sentimientos y las emociones que hacen al ser humano pleno, que lo llenan por dentro y lo hacen feliz. Era la tela de la confianza, de la ilusión, de la amistad, del amor, de la alegría, de los sueños cumplidos.

Sostenía una tela. Parecía fuerte como el hierro. Parecía irrompible. Y olvidó que el material del que se compone no es así; vivía en un espejismo, bajo el engaño del que cree que puede caminar sobre el agua o danzar sobre el aire.

Y así, bajo la sombra de aquella confusión, la tela soportó el peso de la mentira y fue cortada por el filo de la traición.


Se rompió. Se rompió para no recomponerse.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Palabras de madrugada

Ni siquiera tenía una fotografía, una imagen, que le recordara que él en verdad existía. ¿Existía? Quién sabe… Tal vez solo fuera una imagen que dibujó el viento de primavera. Una imagen que fue derritiendo el abrasador verano. Una imagen que acabó esparcida por las manos del otoño. Y finalmente, con sus restos lejanos de su esencia original, separados por las finas agujas del olvido y el hastío, sucumbió a los helados dedos del invierno, quien acabó con la ínfima parte de lo que alguna vez hubo (¿lo hubo?).


Se les olvidó que eran...
o que tal vez no eran.
Porque la nada, en su caso,
ya era más que algo.