miércoles, 5 de marzo de 2014

Palabras de madrugada

Ni siquiera tenía una fotografía, una imagen, que le recordara que él en verdad existía. ¿Existía? Quién sabe… Tal vez solo fuera una imagen que dibujó el viento de primavera. Una imagen que fue derritiendo el abrasador verano. Una imagen que acabó esparcida por las manos del otoño. Y finalmente, con sus restos lejanos de su esencia original, separados por las finas agujas del olvido y el hastío, sucumbió a los helados dedos del invierno, quien acabó con la ínfima parte de lo que alguna vez hubo (¿lo hubo?).


Se les olvidó que eran...
o que tal vez no eran.
Porque la nada, en su caso,
ya era más que algo.

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