
Sostenía una tela. Parecía fuerte
como el hierro. Parecía irrompible. Y olvidó que el material del que se compone
no es así; vivía en un espejismo, bajo el engaño del que cree que puede caminar
sobre el agua o danzar sobre el aire.
Y así, bajo la sombra de aquella
confusión, la tela soportó el peso de la mentira y fue cortada por el filo de
la traición.
Se rompió. Se rompió para no
recomponerse.
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