lunes, 10 de marzo de 2014

La tela de la plenitud

Sostenía una tela, la tela que contenía todos los sentimientos y las emociones que hacen al ser humano pleno, que lo llenan por dentro y lo hacen feliz. Era la tela de la confianza, de la ilusión, de la amistad, del amor, de la alegría, de los sueños cumplidos.

Sostenía una tela. Parecía fuerte como el hierro. Parecía irrompible. Y olvidó que el material del que se compone no es así; vivía en un espejismo, bajo el engaño del que cree que puede caminar sobre el agua o danzar sobre el aire.

Y así, bajo la sombra de aquella confusión, la tela soportó el peso de la mentira y fue cortada por el filo de la traición.


Se rompió. Se rompió para no recomponerse.

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