
La tentación era dulce y
encantadora cuando hablaba. Era hiriente e insensible cuando sus actos rozaban
la piel. La tentación tenía los ojos verdes.
La tentación acercaba su mano amiga
(decía) y, al coger otra mano, se dirigía directa al pozo donde las ilusiones se
ahogan. La tentación tenía los ojos verdes.
La tentación tenía los ojos verdes
y, en ellos, las puertas del infierno.